No sé lo que me atrajo de ella. No lo sé. El ambiente, quizá… el perfume de hash que inundaba el café mientras llovía fuera; los jerseys gordos, calentitos, de dentro; las charlas adivinadas a media voz… Esas cosas, supongo, que flotan en el Alboka entre la cerveza y la coca-cola de la tarde. Yo estaba, ya me conoces, en la mesa de la esquina, detrás de las escaleras… ella...
Alboka
A