Soñaba con ser jugador de béisbol. Y parece que no le atizaba mal. Juraba que hubiese tirado la pluma a la papelera si llega a conseguir un contrato, aunque fuese de tercera división. Las lesiones lo hicieron imposible, pero a pesar del fracaso deportivo no abandonó otros sueños infantiles, como “el convencimiento de que iba a hacer algo grande, que es lo mejor que le puede ocurrir a un niño.”...
Tom Wolfe, ese maravilloso blanco reaccionario
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