El novelista auténtico aspira a esconderse detrás de sus personajes, aunque hoy tantas veces el narrador se convierte en un patético comercial de sus historias, que a la vez son apéndices exagerados de su propia pose. Por eso Salinger no es “El guardián entre el centeno”, no es Holden Caufield, ese adolescente insoportable que le hizo famoso y al mismo tiempo tan desgraciado. Ni Cervantes es el...
La tentación de no existir – J.D. Salinger
L