Joseph Roth quiso relatar La leyenda del santo bebedor, un clochard de París que habita bajo un puente, a la orilla del Sena, y que se pasa los días tratando inútilmente de devolver una deuda contraída con Santa Teresita. Al fin muere en la iglesia donde se venera a la santa, creyéndola reencarnada en una angelical joven.
Roth nació en Galitzia, en 1894, región que entonces pertenecía al Imperio astrohúngaro y hoy se reparten Ucrania y Polonia. Llegó a ser el periodista mejor pagado de Austria en la Europa de entreguerras y fue el excepcional cronista de un mundo que se había vuelto loco, como su padre, como su esposa, a quienes los nazis aplicaron la eutanasia por ser esquizofrénica. Murió en París a los cuarenta y cinco años, alcoholizado, empobrecido y católico. Antes nos regaló La Marcha Radetzky, Job, y La Leyenda del Santo Bebedor.