Afirmó a sus amigos que las mejores ideas literarias le asaltaban en los momentos de embriaguez, incluso pretendía ser capaz de demostrarlo: “si queréis os enseño todos los buenos pasajes de mis novelas y os digo a qué bebida debo cada uno de ellos”. Se había enamorado del alcohol tras la guerra del catorce, a la que acudió de voluntario para defender la única patria que sintió suya, la monarquía...
Joseph Roth: el santo bebedor
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