Dicen que César lloró a los treinta años, al pasar junto a una estatua de Alejandro. “A mi edad él había conquistado un imperio, y yo todavía no he hecho nada”, le dijo a sus perplejos acompañantes. Yo he conocido a tipos que lloraban también, a los veintitantos, porque ellos se ahogaban en los bares y en la paz perpetua, y a su edad Manfred von Richthofen ya era el héroe bélico por excelencia...
El Barón Rojo
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