Es la voz que clama en el desierto de la literatura moderna, y resulta bastante más recomendable silbar alto, fingiendo que no le oímos, porque detenerse en Bloy es correr demasiados riesgos, poner en peligro nuestra paz cómoda y burguesita, donde la única preocupación del escritor es hallar el siguiente adjetivo. A Bloy le importa un ardite la paleta de grises donde los literatos domesticados y...
León Bloy, entre escritor y profeta
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